Una anciana enferma pedía la vista poco a poco y llamo a un curandero que hacía de médico en el pueblo para que la visitara y buscara una curación. El medico iba a casa de la viejita todas las semanas a aplicarle unas gotas que dejaban a la vieja mujer los ojos dolorosos sin poder abrirlos. Esta situación era aprovechada por el doctor para ir robando poco a poco la casa.
Cuando el medico desvalijo la casa totalmente, le dijo a la anciana que no volvería porque había sanado y le reclamo el dinero de la curas.
La anciana se negó a ello, y el doctor la llevó a los jueces, donde esta declaró que no pagaba pues su visión había empeorado y ahora no era capaz ni de ver las cosas en el interior de su casa.
Moraleja de la fábula de la vieja y el medico
Los actos viles de los malvados se manifiestan por si solos
Fin de la fábula de la vieja y el curandero
Los malos avariciosos son capaces de perdelo todo por conseguir un poco más, no solo robó algo que no la anciana no lo echaría en falta sino que dejo la casa vacía. Algo que hasta un ciego percibe con el tacto.
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